Guía internacional de bebidas saludables
Científicos norteamericanos han observado una correlación entre el incremento en el consumo de bebidas y el exceso de energía que este hábito conlleva, pudiendo ser uno de los factores que influye en el aumento de los índices de obesidad. Con el objetivo de aclarar los beneficios y los riesgos para la salud de los líquidos que tomamos, han elaborado la guía “The Beverage Guidance Panel”, de recomendaciones para aprender a beber saludablemente, concepto fundamental a la hora de plantearse unos buenos hábitos alimentarios.
Como se aprecia, el agua es un componente esencial de la dieta. Su valor energético es nulo y su contribución en minerales como calcio, magnesio, fósforo y flúor, aunque baja, no es nada despreciable. De hecho, como fuente de calcio, el agua es especialmente importante en mujeres embarazadas, niños y en ancianos para prevenir la osteoporosis. El agua debería ser la bebida principal ya que no tiene ninguna contraindicación, salvo en casos excepcionales de enfermedad cardiaca, renal o hepática grave.
Por el contrario, hidratarse de forma inadecuada puede empeorar la circulación sanguínea, disminuir la capacidad de trabajo y provocar confusión mental, entre otros.
Según la guía “The Beverage Guidance Pane”, la cantidad de líquidos que necesita una persona adulta sana depende en primer lugar de sus necesidades fisiológicas y también de la composición de su alimentación habitual. Se considera una ingesta adecuada, beber 3,7 litros de líquidos (bebidas y alimentos) en los hombres y 2,7 litros en las mujeres. Cerca del 20% de los líquidos han de provenir del agua de constitución de los alimentos; el resto (80%), del agua sin gas y otras bebidas recomendadas en la siguiente cantidad:
La información proporcionada en este sitio sirve para apoyar y no para reemplazar la relación entre un paciente y su médico o nutricionista.
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